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El Amor en Tiempos de Dujovne

Ángela I

Creo que fue amor a primera vista. Nunca sé realmente cómo funcionan estas cosas, no es que alguien me lo haya explicado de chica o que haya leído algún manual con el procedimiento, pero para mí fue así. Es más, justo el otro día escuché que hablaban de este tipo de cosas y algo me quedó resonando: ¿acaso existe algún otro tipo de amor que no sea a primera vista?

La cuestión es que estaba rodeada de gente todo el tiempo, de acá para allá, siempre en movimiento, un poco buscando el pan, un poco buscando cariño. Tal es así que enfocarse detenidamente en algo, o en alguien, era realmente difícil. Siempre lo dije, es más fácil dispersarse y perder el horizonte, y no ver justamente a esa persona que realmente valiera la pena.

Pero un día llegó, como de la nada, y cuando lo vi supe que era él, que mi destino estaba a su lado. Lo conté, y algunos me preguntaron: “¿cómo sabés que es el indicado?”. Sentí que justamente el hecho de no saberlo era lo que me hacía saber que lo sabía.

Tampoco voy a engañarles, luego de cierto tiempo en que él no me correspondía me llevó a dudar un poco, a considerar que quizás me había equivocado. Pero en el fondo lo sentía, no iba a haber otro, tenía que ser él. Y así fueron pasando los meses…

 

Jamás olvidaré las fiestas del año 2012. La navidad me había encontrado sola, o va, rodeada de otros seres que realmente no me quitaban la soledad, e incluso me hacían sentir más sola. Me escapé de esa situación, fue como saltar un enorme paredón que me mantenía cautiva y correr como quien siente por primera vez la libertad de avanzar hacia un destino incierto.

 

Estuve algunos días perdida, deambulando, pensando en qué hacer con mi vida. Lo único que entendía de tanto pensar, era que lo mejor era no pensar tanto. Lo que no entendía era por qué me había tocado vivir lo que me había tocado.

 

Y después de una triste y solitaria navidad, me preparaba para el tiro de gracia: una triste y solitaria despedida de año. Ese Maldito cierre de año, para colmo feriado y ninguna obligación que me distrajera. Día en que el tiempo pasa lento, muchos se van de viaje y hasta es difícil saber dónde se habrán exiliado.

 

Pero ese fin de año, o mejor dicho, 24 horas antes de que mis oídos volvieran a escuchar tiros y bombas, gritos y ladridos, borrachos golpeando, viudas llorando y niños en llanto, todo cambió. Todo cambió para siempre.

Ángela II

Sé que me perdí muchas cosas en mi infancia, así que no sé bien a qué se refieren con que lo que digo a veces se parece a Romeo y Julieta, pero la verdad es que él vino a rescatarme, y este fue un rescate mucho más importante que el que había vivido años atrás, porque aquel primero fue un rescate de la muerte, y éste es un rescate hacia la vida.

También sé que ya soy grande para algunas cosas, y que difícilmente pueda recuperar todo el tiempo perdido, pero eso no me importa, quiero que el resto de mis años sean felices y que el día en que me toque partir pueda recordar cada momento desde aquí hasta el final. Bueno, eso si es que es verdad que uno ve su vida pasar como una pelicula al momento de partir. 

A la memoria hay que ejercitarla, siempre me resultó importante recordar los momentos lindos que pasamos para mantenerlos frescos. Ojalá él sienta lo mismo y me recuerde siempre cuando ya no está, no vaya a ser cosa que haya vida más allá de la muerte y él ni siquiera se acuerde de buscarme. Sé que ha tenido otros amores pero sé que ninguno como el mío. No soy tonta, lo noto en sus ojos, en sus caricias, en sus mimos y sé que estoy todo el tiempo su mente, ni siquiera es necesario que me lo diga. 

 

Me costó adaptarme a la gran ciudad, para mí que vengo del campo no fue nada fácil. Al principio extrañaba a mis viejos amigos, o mejor dicho, compañeros. Pero de a poco fue haciendo nuevas amistades, algunas que lamentablemente desaparecían de repente. A veces me pregunto qué habrá sido de ellos. También es cierto que cambiamos seguido de barrio, por lo que la distancia me complicaba un poco con las visitas. Sí aprendí de esas situaciones que hay que debía estar bien predispuesta para hacer nuevas amistades, sino terminaría sola. 

 

Me da un poco de vergüenza contarlo, pero una vez pensé que lo perdía para siempre. Desapareció por completo. Él dijo que fueron solo 3 semanas, pero para mí fueron casi 5 meses. Se fue de viaje, me dejó sola, como si yo no hubiese querido ir. Ni siquiera me preguntó, simplemente se marchó. A ver, no me faltó nada en ese tiempo y tampoco es que la pasé mal, ¿pero por qué me abandonó así como si nada? Nunca lo supe, pero por suerte un día volvió.

 

Cada tanto se volvía a ir, por un tiempo similar, a veces un poco menos. Pero ahora era distinto, sabía que volvería, por eso no me preocupaba. Me tomó algo de tiempo asimilarlo, y no quiero sonar agrandada, pero yo lo volvía un poquito loco, jamás me dejaría. 

 

Una noche de aquellas, no recuerdo bien qué se festejaba, pero los ruidos me agarraron por sorpresa y tuve mucho miedo. Estaba sola, y andaba en lo de un familiar con una linda casa, pero en un barrio que no conocía. Intenté aguantar puertas adentro, pero el peligro era inminente, sentía que había alguien entrado a los tiros a la casa y no supe bien qué hacer, por lo que decidí escaparme y correr hacia otro lugar.

 

Nunca me había sentido tan cerca de la muerte, tanto dentro de la casa como en la calle cuando logré salir. Llovía muchísimo, estaba empapada, y saltar las paredes del patio me había dejado algo cansada. Ya no estaba para esos trotes. Y allí estaba, en una esquina, perdida, mojada, con frío y sin saber qué hacer. Fue en ese momento que miré hacia mitad de cuadra, dentro de lo que podía porque caían baldes desde el cielo, y pude verlo corriendo hacia mí, dejándolo todo, sabiendo que yo lo estaba necesitando, que solo quería que me abrace hasta que todo pasara. 

Ángela III

En mi cabeza siempre tuve una especie de cuadrilla en la que, antes de dormirme, anotaba cómo había sido mi día: Genial, bueno, regular o malo. Mi deseo siempre fue que los mismos terminaran dentro de las primeras dos opciones, aunque muchas veces no tenía esa suerte y el resultado indicaba que había sido de regular a malo. 

Más allá de ello, me propuse una cosa que sería fundamental para el resto de mi vida, y afortunadamente, creo yo, fue algo que logré transmitirle a él, algo, o quizás lo único, que pude enseñarle en nuestros años juntos. Ojo, no es poca cosa, a mí me cambió la vida, y creo que en parte a él también. Me lo propuse y, aunque no fue fácil, pude lograrlo: cada día de mi vida debía comenzar de cero, en cada mañana pondría lo mejor de mí para que el día fuese genial. 

 

Luego las cosas podían tomar un giro negativo y mi día terminaría en regular, o malo, pero no podría arrastrar ese resultado hacia la jornada siguiente, tenía que comenzar de cero, de la mejor manera. Sino claro, mi nuevo día ya estaría condicionado y el mismo debía ser "super genial" para llegar a ser bueno, por lo que no me parecía justo. 

 

Así que fue que sin importar cómo había sido el desenlace de la noche anterior, en cada mañana pondría mi mejor cara, el ánimo para adelante y a disfrutar de la vida. Porque de eso se trata, no? 

 

Creo que fueron años en que tardó en entenderlo, porque había muchas mañanas en que lo veía cabizbajo. Claro, había noches de melancolía, donde lo veía completamente abatido. La música que sonaba aquellos días realente me enamoraba, guitarras, violines, pianos. Las letras me transmitían paz, pude aprender mucho de ellas, sobre todo cómo lo hacían sentir a él. 

 

Recuerdo que muchas veces cantaba, sobre todo debajo de la ducha, aunque luego notaba sus ojos rojos, como si hubiera estado llorando. Se acercaba a mi despacito y me miraba con una sonrisa, sin decir nada, pero dándome a entender que era algo pasajero y que luego todo estaría bien. 

 

Siempre había música en la casa, eso sí, cuando sonaba rocanrol ahí lo tenías, con toda la energía, alegre, saltando e invitandome a bailar o a jugar un rato. Si les contara lo fuerte que sonaban esos parlantes, me animaría a decir que en mis oídos sonaba por lo menos cuatro veces más fuerte que en los suyos. Igual, no me importaba, si él estaba feliz yo siempre salía ganando: los dos éramos felices.

 

La música siempre estaba presente en casa, y muchas veces me permitía identificar en qué casillero había terminado su día. Por suerte, luego de un tiempo, recuerdo que cada mañana sonaba una canción con mucha energía. Algo había cambiado en él, y estoy segura de que había sido gracias a mí. 

Ángela IV

Envejecí mucho más rápido que él. Al principio sentía que íbamos a la par, pero luego comencé a sentirme más vieja y él por lo visto no tanto. Eso sí, de alguna manera él notaba que yo ya no era la de antes, no podía seguirle el ritmo, y sus planes para nosotros fueron cambiando.

También debo confesar que en el último tiempo me puse un poco más cariñosa, ya no era la luchadora de antes, había comenzado a confiar, había logrado dejarme querer. Por primera vez, había aprendido lo que era amar, y me había permitido el hermoso placer de ser amada. 

 

No sé si era el momento para mi partida, él había hecho lo imposible para conseguir el mejor lugar para nosotros, y qué cerca teníamos ese parque que tanto nos gustaba. Pero mi cuerpo me lo iba indicando, estábamos cerca de la despedida, debía disfrutar al máximo lo que quedaba porque no sabía cuánto más estaría a su lado.

 

¡Y qué lindos fueron esos últimos meses! Verano, playa, familia, amigos. Recuerdo que otra vez me dejó, según él, por dos semanas. Ni cuenta me dí, el tiempo pasó volando en aquella casa cerca del mar, con el resto de nuestra familia. Cuando volví nos la pasamos en el parque, ya jugando un poco menos, porque mi estado físico no era el mismo, pero bien que no podía decirle que no al helado que siempre me convidaba. Recuerdo que siempre elegía el gusto "crema del cielo" porque le recordaba a su infancia y pensar que yo recién conocí el helado de viejita.

 

El verano terminó, aunque el calor aún se sentía en la ciudad de la furia. Él siempre me sumaba a sus planes, hasta me llevaba a las cerverias artesanales con sus amigos. Todos los que pasaban me saludaban y me piropeaban, creo que me lo empecé a creer, soy una señorita muy apuesta. Lo que sí, el alcohol no era lo mío, así que simplemente disfrutaba de la muchedumbre. Pensar que antes los ruidos me daban miedo, con el tiempo lo fui perdiendo, aunque también debo reconocer que mi poder auditivo ya no era el mismo.

 

Recuerdo esa última noche como una más, aunque sé que para él fue mucho más que eso, fue la última noche en que pudimos abrazarnos y mirarnos a los ojos como solíamos hacer. Lo confieso, desde el primer día no podía quitarle mi vista, estaba hipnotizada. A ver, él tampoco, siempre fue algo mutuo, esas conexiones que solo ocurren una vez en la vida. 

 

No me sentía del todo bien y él no tardó en notarlo. Me cargó a upa como tantas otras veces, en la que yo me resistía porque siempre fui cero melosa, pero ahora era el mejor lugar en el que podría haber estado: junto a su pecho, alrededor de sus brazos, sintiendo su respiración mientras corría agitado. 

Tenía mucho sueño, se me cerraban los ojos, pero él me pedía que aguante, que no me durmiera, que estaba haciendo lo imposible para que pudiera sentirme mejor. La verdad es que no podía resistirme, sentía sus besos y sus caricias y el cansancio me llevaban a dormirme lentamaente. Lo miré a los ojos como solía hacerlo, desde el día en lo ví por primera vez, como si mi cuerpo supiese que era lo última vez que nos diríamos todo con la mirada. 

FIN

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