Otra Historia del Destino
Reparto
“Los personajes y hechos retratados en esta película son completamente ficticios. Cualquier parecido con personas verdaderas, vivas o muertas, o con hechos reales es pura coincidencia“.
"Maurito"
Nací en el barrio de Temperley y me crié en el aledaño Claypole. Las vueltas de la vida me llevaron a vivir un año entero en Colombia y otros cuatro en los Estados Unidos. El retorno al país fue en el año 2001, entre los atentados a las torres gemelas y la crisis económica que terminó con el gobierno de Fernando De La Rúa.
En esos años de mi vida aprendí lo que en Mar de Ajó me hubiese llevado más de treinta años aprender. Diferentes culturas, lugares que hasta el momento sólo había visto en unas cuantas películas, personas con pensamientos únicos e increíbles, con vidas sumamente diversas y con ideas que quizás nunca hubiese imaginado.
Gente luchadora, dispuesta a todo. Gente soñadora que pelearía hasta las últimas consecuencias por esos sueños que le representaban un motivo para estar vivos. Conocí personas de todos los países del mundo y compartí con ellas tradiciones de aquellas naciones. Conocí la belleza de una playa desierta, la violencia más dura de los sicarios, la sonrisa de la cantante más hermosa y el salto volador de los mejores jugadores de baloncesto sobre la tierra.
Nací hincha de Temperley y de Independiente, como toda mi familia, excepto por mi hermano que además de ser del rojo es de Claypole y no del Cele. La cancha fue la misa de cada domingo durante mi niñez y en el Club Taponazo de mi barrio fue donde empecé a jugar al básquet, a los ocho años. Disciplina en la que me consagré campeón recién a la edad de 16, jugando para la Sociedad de Fomento de San Bernardo, en la liga de Mar del Plata.
Una de las cosas más importantes en mi vida además de mis amigos, mi familia y mi perra, siempre fue el rock. Un sentimiento difícil de igualar y que a lo largo de mi vida me ha transmitido muchísimas sensaciones y me ha acompañado en momentos buenos y malos. León Gieco es ese ídolo inigualable que siempre se va a mantener en un gran rincón de mi pequeño corazón.
La palabra ídolo me remite directamente a mi viejo, que tuvo el coraje para ponerse una familia al hombro y salir a buscar un futuro mejor, con tan sólo unos pesos en el bolsillo y un pasaje de micro para él y su familia desde Retiro hasta Barranquilla. Claro que la palabra ídola me remite a mi vieja, que fue el hombro que muchas veces predonimó en el aguante.
Recuerdo sus discusiones cuando todo se caía a pedazos, el Desotanil para poder dormir y las semanas en las que reinaba el silencio en nuestra casa que ya no brillaba como antes. Recuerdo que nunca bajaron los brazos y salieron a pelearla por lo que más querían en el mundo: su familia.
Mi vieja es una guerrera de nacimiento. Ni siquiera sabe realmente dónde nació, ni cuándo, nunca tuvo tiempo de averiguarlo ya que desde chica tuvo que criar a sus tres hermanos menores y hacerse cargo de mi abuela, que nunca conocí, pero que en esa época se encontraba enferma y ni siquiera reconocía a sus propios hijos.
Durante su juventud trabajó con mi hermano dentro de su panza y en los años de exilio fue la primera en salir a ganarse el mango. Tenía dos trabajos en un país donde no conocía ni el idioma ni nada de lo que la rodeaba.
De ahí vengo yo. Esto es lo que soy, una mezcla de esas dos personas, una más sensible y otra más dura, ambos soñadores y trabajadores, ambos dispuestos a luchar y a completarse el uno con el otro para salir siempre adelante.
Falta mucho para ver realmente de qué estoy hecho. Pero mi interior me impulsa a seguir esos mismos pasos, los pasos de buscar un lugar mejor, porque siempre los hay. La enormidad del mundo me sorprende y siempre lo hizo, ¿cómo puede alguien ser infeliz teniendo tantos lugares a donde ir a probar su suerte?
Los caminos del amor siempre fueron revoltosos durante mi paso por la adolescencia, como le ocurrió a muchos que nos tocó vivir el comienzo del siglo 21. Claro está, los tiempos ahora cambiaron y las etapas comienzan un poco antes.
En este campo me tocó innovar, en un intento de ser valorado por lo que pensaba y no por el pasado que me había tocado vivir. Llamativamente, muchas chicas se interesaban por mí por el simple hecho de haber vivido afuera, o manejar el idioma inglés casi a la perfección.
Si bien muchos consideraban ello una ventaja, nunca me interesó gustarle a una mujer por algo tan poco significativo, desde mi percepción. Por tal motivo, al llegar a Mar de Ajó intenté dejar ese pasado de lado y ser un simple mortal que llegaba desde el Conurbano Bonaerense para vivir una vida más tranquila. Bueno, tampoco decía “conurbano”, una cosa es que ocultar el paso por Estados Unidos y otra hundirse en el tercer cordón que me vio nacer.
Mi pasado adolescente podría resumirse en estas pocas líneas. En la Costa los sueños comenzaban a volar lejos y las esperanzas se agrandaban con el tiempo. “Viajar, caminar, conocer, recorrer y seguir” son las palabras que resumen lo que para mí siempre significó vivir.
Como dijo León Gieco: “No pedí nacer, pero bueno, aquí voy”, así andaba yo por aquel entonces, sembrando las semillas para un futuro mejor.
Detalles
Cerveza preferida: Roja.
Serie favorita: Shameless (US)
¿Messi o Ronaldo?: Tagliafico.
"Pappo"
Pappo era una persona muy sentimental, muy sensible, el típico “buenazo"… Un tipo generoso y sincero, si uno le pide algo el tipo te tira una línea, un consejo, un abrazo. Él siempre está. Se puede decir que es una de las mejores personas que hay allí afuera.
Lo cierto es que es si hay algo que no puede faltar en su vida son los amigos. Pappo siempre está dispuesto a conocer gente nueva, a darle una mano a cualquiera que la necesite, incluso a tirarle una moneda al mendigo de la plaza y patear hasta su casa por haberse quedado sin guita para la SUBE.
Pappo es el “Pappo de la gente”, el que cuando pasea por el barrio no se cansa de saludar a cada uno que se cruza.
Debilidades tenemos todos y Pablito es hincha fiel de San Lorenzo. Siempre lleva algo que lo identifique: una pulsera, un shortcito, la casaca o la mochila. Pappo busca demostrar todo el tiempo que es fana del Cuervo, no puede dejar a un lado ese sentimiento tan fuerte por el Ciclón
Y como esa pinta de campera deportiva, gorrita y mochila no engaña, porque siempre hay motivos para estigmatizar, Pappo se ganó la vida durante muchos años robando productos de su lugar de trabajo para luego comercializarlos por fuera del circuito legal. Esto fue determinante para tomar la decisión de escapar de la costa, con certeza o no, sentía que alguien lo tenía fichado, más aún cuando echaron a su “socio” de adentro.
Abandonar la costa fue difícil para todos, pero Pappo fue quien más lo sufrió. Si bien él es oriundo de Azul, y quiere mucho a su pueblo natal, vivió toda su vida en Mar de Ajó, donde desarrolló un gran afecto por la costa ya que no solo están su familia y sus amigos, sino el Club Social.
Nuestro amigo es un gran jugador de fútbol, algo así como Lucas Mareque. Puede ocupar un lugar tanto en la defensa como en el medio campo, aunque para mí es uno de los mejores arqueros que conozco. Conozco dos… Pero bueno, ataja bien.
El deporte siempre fue parte de su vida, su pasión, y por ello la elección para su destino académico fue bastante simple: Licenciatura en Educación Física. Además de que claro, es una carrera que no requiere mucho estudio ni mucha dedicación.
La vida en La Plata no sería fácil para nuestro amigo, lejos de todo lo que siempre amó. Los fracasos amorosos, el rechazo tanto en Estudiantes como en Gimnasia, la ausencia de nuevos amigos, los conflictos laborales y de vivienda, y otras situaciones deplorables, lo tirarían siempre a la tentación de volver. Pero jamás lo permitiríamos.
“Todo mejora tarde o temprano”, y más temprano que tarde para aquellos que se lo merecen. Pappo siempre tuvo las fuerzas, siempre pudo por sí mismo salir adelante de cualquier problema. Y si no, allí estaríamos sus amigos, para apoyarlo y sacarlo del pozo, para empujarlo y luchar a su lado.
Detalles
Banda preferida: Los Gardelitos.
Profesión alternativa: Masajista de mujeres mayores.
¿Café o Mate?: Vino tinto.
"El Pega"
Quien tiene el placer de conocer a El Pega puede considerarse una persona afortunada. Se puede llegar a decir que tiene una personalidad muy particular y que no existen muchas personas de su especie. Es un tipo que puede lograr lo imposible, pero también fallar en lo más sencillo de la vida.
A nadie le gusta perder, eso es claro, pero mucho menos a El Pega. A ninguno de nosotros le gusta ser humillado, ni criticado, pues nuestro amigo no se comía ni el más mínimo insulto, se ponía como un toro detrás de una bandera roja.
Cuando hicimos amistad era un pibe totalmente ajeno a muchas cosas, entre ellas el rock, el fútbol, el estudio y la idea de vivir en una gran ciudad. Afortunadamente pudimos despertarle el interés en cada una de esas cosas, mientras que él nos enseñó lo que era el surf, cómo moverse en la noche de la costa, dónde quedaba La Paloma y cómo manejar desde una patineta hasta la camioneta de su viejo.
El Pega era una persona muy particular: una mezcla de Chayanne y Puma Goiti que le ponía mucha garra a la vida y siempre lleva consigo una sonrisa inigualable que le ha abierto muchísimas puertas en la vida, sobre todo puertas de corazones enamorados.
Hablando de puertas, El Pega siempre fue fiel al lema que asegura que “casarse o ponerse de novio es abrir una puerta y cerrar todas las demás”, por lo que vale la pena meterse de lleno en la principal característica de nuestro amigo: su amor por el “sin amor”.
Nada de compromisos, nada de palabritas románticas ni de sorprender a su presa con flores o regalitos como hacen “los boludos”. Nada de noviazgos ni relaciones complicadas, a los trámites directos que él te pone el sello, sin tinta ni firma, El Pega cierra tratos sin negociación ni intermediarios.
Vamos, que esto no es joda, nuestro amigo es un desquiciado en busca de polleras de buen volar. Pero para él, no todo había sido de esta manera, ni lo sería en un futuro, hubo algo en su adolescencia que lo cambió profundamente.
Corría el año 2002 cuando conoció a Cecilia, la niña linda del barrio. De a poco la fue conquistando, algo que por supuesto fue tarea difícil para este tímido chico del campo. Cuando logró despertar el corazón de su Doncella, nuestro amigo se convirtió en el hombre más feliz del mundo. Pero como dice la vieja canción: “todo concluye al fin, nada puede escapar”.
Y así fue. El Pega encontró a Cecilia en un coche patrulla meta beso y manoteo con un Suboficial del cuerpo de policías de Mar de Ajó. Después de ese día nuestro amigo quedó destrozado, su mundo se había derrumbado y una de las etapas más importante de su vida había llegado a su fin.
Fue en ese momento en que prometió no volver a enamorarse de ninguna mujer. Fue en esa misma tarde que agarró su tabla de surf para cumplir su deseo de atravesar toda la costa sur del Partido, desde Mar de Ajó hasta Punta Médanos, aprovechando la corriente del furioso mar en plena sudestada, con olas de casi dos metros de altura.
Era una característica de nuestro amigo, cada vez que se sentía mal por algún motivo agarraba su tabla y caminaba silenciosamente hasta la playa para adentrarse en ese mar que tanto desafiaba, para alejarse de todo aquello que le había hecho daño. Solo necesitaba pararse frente al agua salada para olvidarse del mundo durante algunas horas y recuperarse de aquel penar.
Yo nunca me he de entregar
A los brazos de la muerte;
Arrastro mi triste suerte
Paso a paso y como pueda,
Que donde el débil se queda
Se suele escapar el juerte.
(Martín Fierro, José Hernández).
La ruptura con Cecilia no solo lo llevó a cambiar su perspectiva con respecto a las relaciones amorosas, sino que se volcó hacia sus amigos, hacia aquellos que estábamos ahí para apoyarlo. Fue gracias a esa ruptura que nuestra amistad se hizo cada vez más fuerte, al punto de que El Pega decidió abandonar, junto a nosotros, el Partido de La Costa.
Son esas cosas de la vida que uno quizás descubre justo antes de que sea demasiado tarde. El Pega tuvo suerte, contaba con tres grandes amigos a su lado cuando se vio sólo y golpeado, triste y abandonado.
Él siempre había sido muy cerrado con las amistades y no era nada fácil sacarle charla. Tenía varios amigos de la infancia como lo eran Nico, Pochito y Osito, y con eso de alguna manera se conformaba. Desde chico siempre supo que uno no puede tener un millón de amigos, que sólo serían unos pocos los tipos fieles que estarían a su lado en las buenas y en las malas.
Pero tuvimos suerte. El Pega se dio una oportunidad con nosotros y la supimos aprovechar. Poco a poco nuestra amistad fue creciendo y todos colaboramos para que el grupo se afianzara siempre un poco más.
Ese era El Pega, un amigo fiel que le abrió una puerta a la amistad para que todos saliéramos ganando.
Detalles
Deporte preferido: Boxeo.
Género cine: Comedia.
¿Rubia o Morocha?: Gorditas.
"Tincho"
Tincho era un tipo resguardado. Callado, pensante, loco y un potencial asesino y violador. Pero era nuestro amigo y no lo íbamos a mandar a ningún psiquiátrico, que era el lugar donde todos sabíamos debía de estar.
Su pasado lo condenaba y su presente lo hacía tomar venganza. Coraje y esperanza eran los símbolos del cambio para nuestro amigo, no había muchas vueltas atrás pero si se podía avanzar y pisar lo recorrido al mismo tiempo.
Nada de fútbol, música o mujeres. Lo suyo eran las armas y cualquier tipo de proyectil que pudiera generar daño en las personas y destrucción en lo material. Pistolas, cuchillos, bombas molotov, navajas, espadas… cualquier cosa con filo podía ser mejor que Pamela David al desnudo, o un recital de Marilyn Mason en el patio de su casa.
Hoy la vida le daba una mano y él había decidido tomarla. El estudio podía sacarlo de la miseria y posibilitaría que se abriera a un nuevo mundo lleno de gloria. El dinero nunca sobraba, pero él se las rebuscaba mejor que cualquiera de nosotros. Sabía poner el cuerpo para cualquier trabajo y sin siquiera una queja, algo que nosotros no podíamos hacer.
Desde la pesca hasta el matadero, el Tincho tenía un lindo currículum. No pasaba lo mismo en la parte de “Educación”, ya que terminó arañando el 7 la secundaria y en la actualidad sufría las materias de la Facultad por tener que hacerlas todas sin el menor conocimiento.
Era el más fuerte de los cuatro, no sólo en el aspecto físico, sino que era un tipo que podía vencer todos sus miedos. En parte por sus vivencias, por su historia y por la sangre derramada, pero también, porque sabía que siempre tenía seis manos a su lado en caso de necesitarlas.
Vamos dentrando recién
A la parte más sentida,
Aunque es todita mi vida
De males una cadena:
A cada alma dolorida
Le gusta cantar sus penas.
(Martín Fierro – José Hernández)
La gente cambia, todos lo hacemos. El Tincho fue cambiando, para bien. Lo ayudamos, y aceptó nuestra ayuda. Eran momento donde no sólo había que enfrentar al destino, a la suerte y al día a día, si no que debíamos enfrentarnos a nosotros mismos. El Tincho lo hacía convencido de que valía la pena.
Los cambios le darían resultado, nunca más volvería a creer en que todo está escrito de antemano.
Detalles
Materia preferida: Educación física.
Un libro: ¿Qué es eso?
¿Gato o perro?: Tiburón blanco.
"Tom"
Para empezar a describir a nuestro nuevo amigo resulta indispensable explicar que aquello que rodea su nombre en el título del capítulo no son comillas, sino los cuernos que le puso su novia antes de que él abandonara el Partido de La Costa para exiliarse en la ciudad de La Plata.
Tom vivía en Mar de Ajó y había terminado el secundario un año después que nosotros. Consiguió la beca para vivir en el Centro pese a que estudiaba una carrera completamente sin sentido: Sociología. No era raro que un tipo como Tom estudiara algo “por estudiar”, la verdad era que casi todas las cosas las hacía sin sentido. Más bien parecía un tipo que vivía por vivir.
Todos conocíamos la historia, pero no sabíamos que se trataba precisamente de él. A Tom lo acompañaba un relato, un mito propio de La Costa compartido en fogones y reuniones, en toda la región.
Fue ese mismo cuento el que lo llevó a marchar, el que lo llevó a vivir a la ciudad de La Plata. Todo comenzó los días previos al fin de semana largo más esperado por todos. Las cosas no venían bien y fue el propio Tom quien encontró a su novia con un turista en un rincón de un boliche de San Bernardo.
Fue instantáneo, lo decidió esa misma noche, no quiso perder el tiempo ni sufrir la gastada de todos sus amigos, conocidos y familiares. El martes siguiente viajó a la ciudad de las diagonales para anotarse en la UNLP. Era el primer día de inscripción y nuestro amigo sería el primero en firmar la ficha de entrada para el ingreso a Sociología en el año 2006.
Tincho recordaba esa vieja historia a la perfección, y fue en la primera noche que pasamos en el Centro que nos contó aquello que llenaba “la mochila de vida” de ese personaje legendario que vivía entre nosotros.
Corría el año 2003. Tom era un tipo común, estudiaba en una escuela privada de San Bernardo junto su grupito de amigos. Su única actividad fuera del colegio era jugar al básquet. Formaba parte del equipo de la Sociedad de Fomento de San Bernardo. A Tom nunca le fue muy bien en el deporte, su propio entrenador describió la performance de nuestro amigo en una entrevista: “Tomás es buen pibe pero la verdad es que mucho no aporta. O se queda dormido y no se presenta a los partidos o llega sobre la hora y se pone a vomitar al costado del banco de suplentes”.
En ese mismo año conoció a Male, una nena bien de Mar de Ajó que logró romper con las tradiciones familiares y escabullir a Tom en su habitación a través de la ventana que daba al patio de su casa. La relación con ella siempre fue tormentosa, sobre todo en épocas de viaje de egresados y en noches de sudestada.
Tom, como buen tipo común, era bastante conocido en la zona. Cualquiera que sabía sobre su persona podía afirmar lo mismo: nunca se interesó demasiado por nada, ni por el dinero, ni por obtener las mejores notas, ni por salir campeón en su disciplina, ni por nada. Pero así y todo siempre se ubicada en lo más alto de cada cosa que hacía.
Su profesora de matemática lo definió de la siguiente manera: “Tomás es un chico con muchas facilidades que puede resolver todo lo que hace con poco esfuerzo. Y eso justamente es muy malo para él, porque algún día en la vida va a tener que esforzarse por algo y ahí le va a costar”.
Pero a Tom le daba igual. Lo cierto era que a él lo que más le importaba en la vida, más allá de todo, era el alcohol. Ojo que no hablamos de cerveza o de fernet, hablamos de whisky, de vodka, de ginebra y de tequila.
Otra declaración importante que trascendió por los medios de comunicación del Partido de La Costa fue la del doctor Gutiérrez: “Tomás Morgue presenta un cuadro de adicción muy complejo para su rehabilitación y su recuperación. Va a ser muy difícil revertir esta situación y es importante que toda la sociedad sepa que este chico es muy peligroso. No sabemos bien de qué es capaz cuando alcanza un alto nivel de consumo”.
Esa incertidumbre un día llevaría a tener su respectiva respuesta, dos años después, en el fin de semana más esperado por varios: el fin de semana del 12 de octubre del año 2005. Según las estadísticas de la Municipalidad nunca se registró un número tan alto de turistas como en ese finde largo. Los chicos estaban como locos, por fin llegarían algunas mujeres de afuera, como se acostumbraba a decir en la zona: “carne fresca”.
El tema mujeres aparece en la agenda del día de todos los costeros. Lo concreto es que los chicos, y pasa de la misma manera desde el otro punto de vista, no lograron encontrar el amor porque hay muy pocas y quizás ya fueron el amor de algún amigo o familiar cercano.
Conclusión, se venían cuatros días donde todos los varones de la costa tenían grandes expectativas. Tom y su grupo de amigos se juntaron, como siempre, en la casa de Mati, el encargado de conseguir el alcohol y las drogas.
Nada podía quitarle la alegría a Tom de tener entre sus manos una buena botella de whisky Gloucester recién comprada, y por lo tanto llena. Bebió y bebió hasta que perdió la cuenta, justamente para la hora de partir hacia los boliches de la gran avenida.
El grupete decidió entrar a Bonanza, el único bolichito abierto y destino de todos los turistas y locales de la zona. Para los pibes era “noche de solteros”, pero no para Tom: él quería todo lo contrario, encontrar a su novia para arreglar las cosas ya que el viaje de egresados, del que habían regresado pocos días atrás, había generado algunos cortocircuitos.
Estaba alcoholizado, melancólico, pero esa era su forma de enfrentar los problemas, él necesitaba esa dosis de Whisky para sacar lo que tenía dentro.
Ni bien entró al bar comenzó a preguntarle a todos sus conocidos si habían visto a Male. Pero nadie parecía decirle la verdad. Fue cuestión de tiempo en que, camino al baño, observó a su novia jugando al pool con un joven desconocido.
Pensó lo peor, e hizo bien. Era claro de todas formas, no había mucho para pensar, su novia jugaba al pool con un tipo que definitivamente no era de la zona.
Esto era algo que por supuesto pasaba, así como nosotros esperábamos a las chicas de Buenos Aires en los finde largos, las de La Costa esperaban a los porteños de la misma manera. Desafortunadamente para nuestro amigo, Male no sería la excepción, o eso pensó Tom.
Si bien él le echó la culpa al alcohol, al calor del momento y a la motivación de los amigos, nadie nunca pudo perdonarlo por correr hacia el rincón donde estaba la mesa, tomar un palo de pool y partírselo en la cabeza al joven de Buenos Aires. Mientras Malen le gritaba, y otros amigos en común intentaban detenerlo, Tom continuó pegándole al joven que se encontraba en el piso ensangrentado y pidiendo por favor, con sus últimas fuerzas, que se detuviera.
A Tom no lo podían parar, lo golpeó reiteradas veces causándole una serie de hematomas en la cabeza, la fractura de uno de sus brazos y la ruptura de dos dientes, además de un corte profundo en su párpado izquierdo.
Malen fue a visitarlo a la comisaría y decidió no presentarle cargos. Se debían una charla y la sala de visitas fue el lugar que los unió por última vez cara a cara.
Todo había sido una confusión, no se trataba de un hecho de infidelidad, ni mucho menos, se trataba del medio hermano de Male que había viajado a La Costa a visitarla después de cuatro años de ausencia. Un pibe excelente.
La historia era cierta, Tom nos contó que desde ese día siempre intentó dejar el alcohol pero todavía no había podido lograrlo.
Dejamos su pasado a un lado. Eran nuevos tiempos, nuevos vientos, momentos ciento por ciento nuestros. Debíamos festejar el inicio de una nueva etapa, de un nuevo año, de una nueva vida. El 2006 encontraría a Tom con un nuevo grupo de amigos, con otros “vividores del destino”.
Detalles
Hincha de: Independiente
Un sueño: No sabe, no contesta.
¿Diario en papel o digital?: El que pueda llevar al ñoba.
"El Hacha"
Llegó la hora de presentar a un personaje ilustre de la ciudad de La Plata. Si bien Dino se había criado en el pequeño pueblo de Pinto, en la Provincia de Buenos Aires, arribó a la gran ciudad de muy pequeño y desde entonces no pasó un día en que no dejara una huella por la Capital de la Provincia.
La noche siempre fue su fiel compañera y el circuito nocturno platense su mejor amigo. El coche que le prestaba su viejo lo ayudaba en las conquistas y el departamento del Conry, otro viejo amigo, su parada cuando el fin de mes apretaba los bolsillos.
Pese a su vida descarrilando y sin frenar en los semáforos rojos, siempre fue un tipo responsable con el laburo. Top seller en diferentes call-centers se vio obligado a abandonar la profesión de telemarketer cuando fue denunciado por estafas durante su paso por una importante empresa de telefonía celular.
Fue en ese momento, en medio de una suma de problemas personales, que decidió emigrar al viejo continente para probar suerte en España y volver a nuestro país con un buen colchón de dinero y así invertir en el rubro de los celulares, su mejor negocio.
Lo demás ya es historia conocida, las cosas no salieron como pensaba y los familiares y amigos más queridos le dieron la espalda a este joven caído. Fue en ese momento en que aparecimos nosotros y él logró abrirse a este grupo de amigos para depositar su confianza y tirar para adelante en busca de salir del pozo una vez más, como pudo hacerlo tantas otras veces.
Hincha de Racing y fanático de la fotografía, se inclinó por estudiar Turismo para poder ser alumno universitario y así ingresar al Centro de Estudiantes del Partido de La Costa junto a nosotros.
Existen cientos de historias que valdrían la pena ser contadas, pero hay una que va más allá de todo y que tuvo como protagonista precisamente a nuestro nuevo amigo, el “Hacha” Trapicheli.
Según pudimos enterarnos a través de Facebook, era una noche como cualquiera y junto a Ramón y El Chulo, el flamante integrante de nuestro grupo, decidió pedirle el coche al viejo para dar una vuelta por el centro platense.
Tratándose de un jueves de otoño no había demasiado para hacer, solo dar una vuelta y con suerte encontrar algún bar abierto para tomar una cerveza o mejor aún, su bebida preferida: un fernet.
Chavela Pub se presentaba como el destino final del viaje, pero resultó ser sólo una parada más en una noche agitaba y con mucho por venir. Por algún motivo que aún se desconoce, las cervezas pegaron fuerte y al cabo de una horita los tres amigos se encontraban un tanto alegres y con ganas de reventar la noche.
El contexto era determinante, habían entrado a Chavela creyendo que el lugar explotaría pero no fue más que un pequeño amague. Buscaron alternativas sin suerte: De La Hostia cobraba una entrada carísima y Cortez no los dejaba pasar por la bermuda que llevaba puesta Dino.
Entre la desesperanza, el alcohol, las ansias por pasarla bien y la noche buscando llegar a su fin, los chicos decidieron que al frutilla del postre sería ingerida en el viejo y famoso Ghost. Pero la frutilla no sería tan sabrosa…
Más cervezas, la visión comenzaba a arrojar dudas sobre lo que se veía, y los besos de nuestro nuevo amigo no fueron precisamente con una increíble morocha como él la veía.
Son esas cosas que le pueden pasar a cualquiera pero que les pasan a pocos. El “Hacha” intentó llevarse ese secreto a la tumba pero los chicos no lo permitieron. El mismo día que conocí a Ramón me contó esta historia y no tardé en chusmear en Facebook las fotos de aquel memorable momento.
Era algo propio de todos nosotros, contar con antecedentes que nos marcaban y nos diferenciaban del resto. Lamentablemente no se trataba de haber sido campeones de un Masters, ni genios con coeficientes intelectuales altísimos, ni ser homenajeados por tener promedio 10 en la Universidad. Nada de eso, sino antecedentes que en muchos casos quisiéramos no tener, pero que al fin y al cabo formaban parte de nuestras vidas y nos convertían en lo que éramos.
Dino era un tipo rudo. No se quedó en el molde cuando un patovica del bar “Perú” le dijo “gordito gil”, ni cuando un motoquero le sacó una cadena en medio de Plaza Italia. No era ningún cagón ni mucho menos, pero sí traicionero. Él siempre decía que las peleas había que ganarlas como sea.
Fue en una tradicional “Fiesta Guaraní” que se peleó con un gordo del barrio hipódromo y lo pateó en el piso hasta sacarle sangre. Esa noche nos quedamos todos helados, yo recién lo conocía y no podía creer la frialdad del tipo. Pero así se había formado, “en Pinto las cosas son así”, solía decirnos, y todo se arreglaba con la ley del más fuerte.
Acá está lleno de maricones que en el medio de una pelea te llaman a la policía. Allá como mucho te llaman una ambulancia”. Fue después de esa frase que con El Pega juramos nunca en nuestras vidas pisar el barrio de nuestro amigo El Hacha.
Por qué “El Hacha”? Si bien como vemos se trata de un tipo filoso, se ganó el apodo en un partido de fútbol que tuvo antes de marcharse a Europa y que claramente influyó en esa decisión. Intentaron pasarlo usando una pared, pero Dino logró impedirla y de una sola parada fracturó a dos jugadores.
Detalles
Un lugar: Miami
Un sueño: Ver a Adele en vivo.
¿Cristina o Macri?: Javier Milei.