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Ladridos de Malvinas

La mayoría de las veces que se habla sobre la Guerra de Malvinas se habla de la lucha por la soberanía y de los hombres (pese a que hubo mujeres también peleando) que cayeron luchando por ellas en el año 1982. Lo que poco se sabe sobre aquel enfrentamiento, es que dentro del ejército hubo una dotación de perros que viajó al sur argentino a combatir por nuestra bandera.

Corría el año 1982 cuando el gobierno militar argentino, en aquel entonces comandado por Leopoldo Fortunato Galtieri, intentó recuperar las Islas Malvinas que se encontraban en posesión de Gran Bretaña desde 1833, luego de declararlas propias “en nombre del rey”, tras de un desembarco que no tuvo resistencia.

La orden de Galtieri, manchada con whisky, significó un intento desesperado no por recuperar las Islas Malvinas, sino por perpetuarse en el poder y ganar legitimidad dentro del territorio nacional. Los medios de comunicación hegemónicos titulaban en tapa que íbamos ganando, y la gente en Plaza de Mayo festejaba el triunfo argentino en una guerra que jamás debería haberse producido.

“Antes de escucharse o verse cada avión o explosión, todos los perros de seguridad que teníamos se ponían a aullar al mismo tiempo. Predecían los ataques. A partir de ese momento, nuestros métodos de autenticación de alertas y la ejecución de contramedidas alcanzaron la máxima eficiencia”, declaró un oficial del ejército que sobrevivió a Malvinas en la carpeta de “anécdotas” que se creó durante la guerra entre los soldados. Este relato no tiene nombre, pero fueron muchos los que aportaron miradas parecidas.

 

Según datos oficiales del Gobierno, en el conflicto Malvinas participaron alrededor de 23.000 soldados, entre ellos 18 canes de la sección de perros de guerra de la Base Naval Puerto Belgrano, con el objetivo inicial de evitar infiltraciones de comandos británicos en el dispositivo defensivo. De modo que el 7 de abril de 1982 viajaron hacia Malvinas, bajo las órdenes del Teniente de Fragata de Infantería de Marina, Miguel A. Paz, cada uno de ellos, bajo el comando de algún conscripto.

"Cuando estábamos todos sentados en la bodega de carga del buque, ya en Puerto Madryn, esperando ser desembarcados, mientras los guardias se paseaban a nuestro frente armados con sterlings, apareció trotando alegremente “mortair”. Uno de los guardias a mi frente comenzó a llamarlo y al ver a “mortero” avanzar hacia él con la cabeza gacha y meneando la cola escuché a mi alrededor murmullos de “perro traidor” “vendido” y cosas por el estilo. Mortero llegó frente al guardia, se sentó sobre sus patas traseras y mirándolo al rostro… le lanzó a los pies una meada interminable".

Esta anécdota, narrada por un soldado de Malvinas, cuenta la historia del primer perro tomado como prisionero según archivos oficiales de nuestro país. Mortero, junto a un grupo de soldados, fue capturado por los británicos y transportado a Puerto Madryn en el buque de guerra Norland, en el final del conflicto.

En un principio se negaron a subir al perro, pero que el Capitán del buque, ante la insistencia y rechazo vehemente de su "perrero" a abandonarlo, finalmente accedió a hacerlo pero con un aviso: "si el perro mordía a alguien ambos serían arrojados por la borda". 

Entre las historias más recordadas de los perros de Malvinas también aparece la de TOM (Teatro de Operaciones Malvinas), que no era en sí un perro de guerra sino uno de táctica. Según Omar Liborio, ex combatiente, Tom desembarcó en Malvinas porque "cuando corría hacia el camión que esperaba afuera, junto a mis soldados y los equipos se me cruzó un perro de la base que habíamos criado desde cachorro y me hizo caer. De la bronca, lo tomé y le dije: ¡Estás jodiendo, entonces venís con nosotros a Malvinas y lo subí al camión!".

"En Malvinas, Tom se comportó como un bravo artillero, él se paraba delante de los cañones del Grupo de Artillería 101, y ladraba. Cuando había alerta roja de bombardeo naval, era el primero en salir del refugio para buscar a los soldados más alejados, y el último en cubrirse. Compartía con los soldados la comida, el abrigo, y jugaba dándoles ánimos a sus amigos combatientes. El 12 de junio, en horas de la mañana, dos aviones se lanzaron sobre los soldados y Tom falleció dando el alerta del ataque”, relató Carlos Alberto Gonzalez, ex-combatiente.

Tom jugó un papel importante dentro de su batallón dando aviso de diferentes bombardeos, hasta que se encontró con uno que no lo dejó escapar con vida. Los soldados le fabricaron, con gorros y bufandas, un abrigo para atenuar las gélidas temperaturas del lugar y compartieron con él la comida, surgió entre ellos y el can una amistad profunda y sincera.El “día nacional del perro” del año 2014 el pueblo Ascensión de la Provincia de Buenos Aires cuenta con un monumento en su honor, realizado por asociaciones y proteccionistas de animales de dicha localidad.

 

Volviendo a las cifras oficiales: fueron 650 los soldados caídos en el conflicto de las Islas Malvinas, pero a este número habría que sumarle la larga lista de los perros que no volvieron a casa. Según la información recopilada, sólo tres de los 18 regresaron con vida: Mortero, Xuavia y Vogel.

Algunas versiones indican que Xuavia llegó a las Malvinas preñada, pero siendo que el periodo de embarazo de las perras es de unos 60 días (63 más precisamente), el cálculo de que dio a luz al regresar de la guerra no cuadra. En un foro de ex combatientes surgió este debate y "David Hernán" relató que "soy amigo de el VGM Carlos Silvas, quien tuviera a la "Xuavia" durante su conscripción y en Malvinas. Efectivamente los relatos que hay son pocos y estan un poco equivocados, como el tema de la preñez de la Perra. La misma quedo preñada al regreso en el buque Hospital Almirante Irizar donde regresaron como prisioneros, recuerda Carlos hoy graciosamente a su compañero Ceferino Caceres quien tenía a "Duque" que le dijo: "Camadita, el Duque ha hecho cagar a la Xuavia". La perra pario tiempo despúes en Puerto Belgrano". 

Según diferentes relatos, esta Ovejera soportó los bombardeos del 13 y 14 de junio que se llevaron la vida de Ñaro y Negro (entre otros) y que significaron el fin de la guerra con la rendición Argentina. Luego de esos bombardeos, Xuavia regresaba junto a las tropas patriotas a Puerto Argentino pero repentinamente se separó y corrió hacia la negrura de la noche. Varias horas después fue encontrada dándole calor con su cuerpo a un soldado argentino herido, el cual fue llevado prontamente hacia el hospital por los camilleros y enfermeros del Ejército. De no haber sido por Xuavia ese soldado habría muerto congelado y desangrado. Una vez finalizada la guerra dio a luz a nueve cachorros.

Vogel presidió todas las ceremonias de la unidad, resplandeciendo en su capa la condecoración de Veterano de Guerra, concedida por primera vez a un animal por el Congreso de la Nación. Fue un integrante más del batallón BIM5, el batallón que nunca se rindió y que se replegó por haberse quedado sin munición. Entre esos valientes soldados había uno de cuatro patas, Vogel, que cumplió su misión con honores y que llegó a vivir hasta el año 1991, siendo el perro que alcanzó la edad más avanzada de la armada hasta el momento.

Nuestros héroes de Malvinas merecen ser reconocidos, todos nuestros héroes.

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