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Julian Assange: El "Whistleblower"

Julian Assange es un "whistleblower". Esto es, un denunciante. En el contexto periodístico, hablamos de un revelador de secretos. En este caso particular, estamos ante un divulgador de actos de injusticia y delitos de lesa humanidad. 

Para aquellos activistas por la libertad de prensa Assange es un héroe y un referente. Para los sectores políticos y empresariales involucrados, Assange es una amenaza y una oportunidad para marcar antecedente jurídico y enviar un mensaje al mundo entero sobre la publicación de documentos o información considerada "confidencial".

Whistleblower se compone de "whistle" (silbato) y el verbo "to blow" (soplar) y hace referencia a "una persona que informa a alguien con autoridad sobre algo ilegal que está ocurriendo, especialmente en un departamento del gobierno o en una empresa", según el diccionario Oxford. 

Assange se suma a la lista de Chelsea Manning (Wikileaks, condenada a 35 años de prisión) y Edward Snowden (exiliado en Rusia), por sacar a la luz información que muchos sectores no querían ver descubierta. Sin embargo, Manning recibió una conmutación de su pena por Barack Obama antes de dejar su cargo, en el año 2017 y al poco tiempo salió en libertad. 

Donald Trump tuvo la misma posibilidad: Perdonar a Assange. Sin embargo, no quiso hacerlo. Ahora, el caso parece estar en manos de Biden, quien fuera vice-presidente de Barack Obama al momento del perdón a Manning. ¿Tomará la misma postura? 

No es periodista, sino hacker, mencionan en todos los diarios del mundo. Assange se encargó de acceder a 400.000 reportes sobre la guerra de Irak, 90.000 sobre la guerra en Afganistán, 800 desde la prisión de Guantánamo y más de 250.000 cables diplomáticos redactados en varias partes del mundo. 

Esa filtración fue puesta en manos de diferentes voces que se encargaron de difundir las atrocidades que estaba haciendo el gobierno de Estados Unidos en los países de medio oriente y otros tramados diplomáticos. 

Fue la mayor revelación de data en la historia de Estados Unidos y por ello la justicia norteamericana lo acusa de "conspiración para intrusión informática" y consideran que lo que hizo Assange puso en grave riesgo la seguridad nacional estadounidense. 

Assange enfrenta 18 cargos de los que le acusa el gobierno de Estados Unidos: 17 en el marco de la Ley de Espionaje y uno por fraude informático. Sin embargo, a principios de enero de este año la jueza británica Vanessa Baraitser rechazó la extradición de Assange solicitada por Estados Unidos, no por la base de los cargos, sino por la condición de salud en la que se encuentra el whistleblower.

Pasaron más de 10 años desde la filtración de los documentos y la vida de Assange ha sido una tortura, incluyendo una denuncia por violación en Suecia cuyo caso fue cerrado por falta de pruebas. Al día de hoy, sigue detenido en una prisión de Inglaterra y a la espera de su resolución. 

Su detención se produjo en abril de 2019, luego de que Lenin Moreno, presidente de Ecuador, revocara el asilo que le permitía vivir en la embajada ecuatoriana ubicada en Inglaterra, desde el año 2012. 

"Los efectos de la concesión de la nacionalidad ecuatoriana al señor Assange han sido suspendidos el día de ayer por resolución ministerial", anunció el gobierno ecuatoriano al momento de entregar al whistleblower a la justicia británica. La excusa: "varias irregularidades encontradas en su trámite y por constituir, por tanto, un acto administrativo lesivo".

 

Rafael Correa era el presidente de Ecuador al momento del otorgamiento del asilo a Assange, mientras que Lenin Moreno era su vicepresidente. Dos años de disputa (a lo que muchos llamarían traición) entre estos dos una vez que Moreno asumiera la presidencia en el año 2017 sumaron a Assange a la batalla interna. 

 

Julian Assange abrió un nuevo debate a nivel mundial: ¿Deben los gobiernos mantener tanta información privada? ¿Acaso no están para representar al electorado? ¿No están, de alguna manera, en sus lugares para hacer lo que nosotros queremos y/o necesitamos? 

Como si fuese un capítulo de Black Mirror, muchos sectores están pidiendo que exista una verdadera transparencia sobre lo que ocurre a nivel estatal. Postulan que es necesario saber qué es lo que ocurre detrás de las paredes de nuestras casas de gobierno. 

Wikileaks, Manning, Snowden, son necesarios. La verdad es necesaria. La extradición de Assange y su juicio son una amenaza a la libertad de expresión, puede marcar un antecedente grave para el periodismo y para el acceso a información que el mundo merece. No es espionaje, no es terrorismo, no es un delito. 

Revelar verdades, fundadas, documentadas, deberían ser obligación en el mundo periodístico, no un delito. 

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