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FIN

Cuento

Promesa Sabalera

Llovía fuerte afuera y nada le permitía despegarse del sillón que la hospedaba para ver el último capítulo de Grey’s Anatomy. En el cierre del episodio le llegó una notificación de Facebook avisándole que era el cumpleaños de Rodrigo, un viejo compañero de trabajo con quien tenía cierta amistad pero que había fallecido hacía dos años.

 

Fue un momento raro, porque la notificación trajo muchos lindos recuerdos, pero al mismo tiempo una gran tristeza. Se tomó unos minutos para pensar cuál era el sentido de seguir teniendo como amigo en una red social a alguien que ya no estaba, que había pasado a mejor vida hacía ya un tiempo.

 

Tomó la decisión de eliminarlo, pero sintió cierta culpa. Estuvo a punto de hablar con alguno de esos 16 amigos en común que tenían en dicha plataforma, pero no sabía si era algo acertado. Tenía que tomar la decisión por sí misma. Dejó el celular en el sillón y se fue por una de sus caminatas diarias.

 

Julieta se sentía libre cada vez que pisaba la arena, cada vez que sentía el olor del mar. Cerraba los ojos lentamente dejando el viento soplar su pelo y respiraba hondo dejando que la sal penetrara su garganta.

 

El sonido la cautivaba, las noches de sudestada eran las mejores, su mente se transportaba hacia nuevos universos, hacia esas historias de amor que nunca había vivido pero que siempre había anhelado.

 

Tenía un pasatiempo que algunos definían como “extraño”, pero ella lo disfrutaba en un nivel que pocas otras cosas le generaban. De camino a la playa pasaba por el mercadito de siempre y compraba una bolsa de pan o un paquete de galletitas y pasaba largo rato dándole de comer a las gaviotas que se amontonaban de a decenas alrededor de ella esperando ligar un bocado.

 

Esa experiencia, que repetía seguido sobre todo cuando quería estar sola, pero en algún punto acompañada, le trajo un aprendizaje importante para su vida y que supo canalizar para su futuro. En aquella ronda de gaviotas, donde a veces se acumulaban unas 30 o 40, las más débiles, las más pequeñas, o aquellas que estaban heridas siempre eran las que me acercaban a ella.

 

Julieta reflexionó sobre ello, “las más débiles deben correr más riesgos”, pensó. Las más fuertes se quedaban siempre a una distancia prudente, lejos del peligro que pudiera causarle un ser humano con malas intenciones, más allá de que no fuera este el caso.

 

Podían darse el gusto de no recibir ninguno de aquellos bocados porque podrían ir a buscarse el pan en otro lado. No había necesidad de asumir el riesgo, había otras opciones.

 

Esa tarde se dio cuenta, aquellas que tenían una sola pata, o alguna herida que les impedía volar a toda velocidad como lo hacía el resto, se acercaban más y se exponían a ser capturadas o asesinadas por un humano con tal de acceder a una miga de pan.

 

Así se sentía ella, no débil, pero sí herida. Necesitaba un triunfo que le devolviera la confianza, que le permitiera animarse a más. Pensó en que quizás tenía que hacer algún sacrificio, asumir más riesgo, exponerse un poco más a salir nuevamente herida.

 

Parte II

Era un poco el planteo de su equipo cuando salía a la cancha. Se posicionaban de tal manera que buscaban tener fortaleza en el fondo, pero la valla invicta nunca estaba asegurada, el medio campo era un terreno de batalla que asumía grandes riesgos y su delantero vital, viejo hermoso, era el que se exponía a todo para alcanzar la victoria.

 

El Sabalero había arrancado bien el torneo, invicto durante varias fechas, haciéndose fuerte frente a rivales con mayor plantel, con ese famoso mayor presupuesto. No era el equipo más fuerte, algunos jugadores estaban en plena formación, otros más veteranos venían de ciertas lesiones y otros eran refuerzos que prácticamente nadie conocía.

 

Los medios no hablaban de ellos pese a su tremenda campaña y su posición de punteros. Nuevamente, en los principales canales de televisión se veían debates sobre los equipos más grandes, incluso sobre tema extra futbolísticos cuando otros realmente estaban dando de qué hablar.

 

Julieta lo sabía, su equipo no era el más poderoso, por eso debía asumir más riesgos si quería quedarse con el campeonato. Lo mismo le pasaba a ella, que decidió hacer una promesa y mantenerla a toda costa, apuntando a que si aquello se concretaba tendría las fuerzas necesarias y la confianza requerida para avanzar en consecuencia.

 

El ida y vuelta en las redes sociales era diario, había una clara atracción entre ambos y con tal solo revisar los perfiles de ambos cualquiera podría darse cuenta de que eran totalmente compatibles. El amor por los animales, el respeto por la naturaleza, la pasión por el fútbol y el gusto musical eran una coincidencia vital, como así también lo era el plano político, que supo dividir tantas aguas entre tanta grieta.

 

Fue luego de que ella publicara una foto de su equipo en una de sus redes sociales en que él se animó a interactuar por primera vez. No fue algo del otro mundo, un simple mensaje acompañado con un emoji indicándole “buena suerte” para el siguiente partido, donde Colón de Santa Fé debía enfrentar a Racing de Avellaneda, el clásico rival del equipo de aquel, hasta el momento, usuario de redes sociales compatible con ella.

 

“Tremendo mufa” pensó ella, porque a las pocas horas el Sabalero perdió el invicto en el torneo frente a La Academia. No era demasiado grave porque conservaba la punta y se metía en la zona de clasificación a cuartos de final, el objetivo inicial del equipo. Lo que sí, fue un golpe duro, el equipo jugó mal y se detectaron algunas debilidades que antes habían pasado por alto. ¿Estaba realmente para campeón?

 

Al finalizar el partido el usuario compatible dio un paso más, Instagram le avisaba que éste le había enviado una solicitud de amistad. Ella lo aceptó con gusto y deslizó por su perfil para darse cuenta que prácticamente cada posteo coincidía con sus gustos e intereses. Lamentablemente también descubrió que él estaba un poco lejos, aunque desconocía si solo andaba de viaje o si vivía en otro país.

 

Parte III

Julieta hizo una promesa que consideró más que válida y que era una promesa real, no como aquella que hacen muchos otros hinchas. Ella propuso no entablar conversación en absoluto, mantenerse en un mero ida y vuelta de likes pero no llevar adelante una charla por más que se muriera de ganas.

 

La promesa era clara, no hablaría con este muchacho hasta tanto su equipo no saliera campeón. Faltaba mucho y todo podía pasar, pero ella estaba decidida y sabía que cumpliría con su palabra, si su equipo quedaba eliminado jamás entablaría una charla con él.

 

Era cierto, muchos caían en promesas donde si su equipo campeonaba se rapaban la cabeza, o caminaban de Buenos Aires a Luján, por ejemplo. Pero Julieta pensaba que eso no era realmente un esfuerzo, porque no significaba un sacrificio hasta tanto no haber alcanzado la victoria. Ella veía esos casos como algo transaccional: una vez que mi equipo sale campeón voy y me tatuó el escudo en la pierna.

 

Le parecía fácil y sin sentido, no había un acompañamiento real a su equipo de esa manera. En cambio, sacrificarse a cambio de que su equipo gane sí significaba un esfuerzo real y que, si al final del campeonato se consagraba campeón, finalmente accedería al merecido premio.

 

El Sabalero siguió avanzando y Pulguita estaba intratable, haciendo siempre esos goles hermosos que hinchas y no hinchas disfrutaban y aplaudían. Colón siempre cayó bien entre la gente, sobre todo luego de aquella final de Copa Sudamericana perdida en Paraguay, donde miles cruzaron la frontera para alentar al equipo y corear la canción de Los Palmeras en la previa del partido.

 

Con el pasaje a cuartos asegurado el equipo llegó a la última fecha con un desafío simbólico: ganarle a su clásico rival de toda la vida, Unión de Santa Fé. Sería un partido importante para el corazón del hincha, pero intranscendente para la tabla de posiciones ya que con cualquier resultado avanzarían como primeros.

 

Sin embargo, este partido era vital para el club del usuario compatible, que dependía de este resultado para que su equipo clasificara a octavos en la otra llave del torneo. Colón le dio una alegría al Rojo y logró un empate que le permitió acceder a cuartos de final. El usuario compatible publicó una especie de agradecimiento con cierta complicidad hacia Julieta. Ésta se hizo la boluda como una campeona, su promesa seguía intacta.

 

Parte IV

El cruce en octavos de final fue con Talleres de Córdoba y se sufrió más de lo esperado. Los nervios la llevaron a Julieta a caminar de punta a punta por el living de su casa, los penales eran una tortura que ya le había tocado vivir en las semifinales de aquella Sudamericana contra Atlético Mineiro de Brasil.

 

Pasó de ronda, merecidamente, ahora era cuestión de esperar por el siguiente rival, que saldría de un partido que prometía ser horrendo por las directivas de Falcioni por un lado y de Zielinski por otro: Independiente vs Estudiantes.

 

Como era de esperar, el partido terminó en empate y prácticamente ninguno de los equipos logró patear al arco. Pero eso era anecdótico, Julieta estaba pendiente del resultado final, desde el punto penal, porque sabía que si el Rojo pasaba su equipo se cruzaría con el del usuario compatible. La interacción entre ellos sería inevitable pasara lo que pasara, así que tendría que buscar la manera de evitarlo.

 

Los penales fueron favorables para Independiente y las semifinales estaban definidas: El Sabalero enfrentaría al Rojo por un pasaje a la final de la Copa de la Liga.

 

El usuario compatible volvió a publicar en sus redes un mensaje que claramente hacía alusión a ella, pero Julieta no le dio bola al tema del fair play y jugó una carta agresiva, asegurando que su equipo pasaría de ronda y que aquel usuario debería llamarse a silencio si esto pasaba, al menos hasta que finalizara el campeonato.

 

El usuario compatible captó el mensaje y accedió a la propuesta, prometiendo que en caso de que Colón pasara él automáticamente pasaría a hinchar por el Sabalero ya que en la final el rival saldría de Racing o Boca, su clásico y su archienemigo. Todos los hinchas del Rojo le agregaron un poco de Negro a su amor por los colores.

 

Fue triunfo para los de Santa Fe y la final sería contra La Academia. El usuario compatible se mantuvo en silencio, pero por dentro deseaba una victoria Sabalera. Si hubiese sabido que Julieta guardaba en secreto una promesa que había hecho de hablarle si su equipo campeonaba aún más hubiese apoyado a su ahora querido Colón.

 

La final arrancó pareja y para el entretiempo estábamos ante un empate. “Penales de nuevo no, por favor”, pensaba Julieta que aprovechó el descanso para boludear un poco en las redes sociales. Fue en ese momento, cuando el árbitro pitaba la reanudación del juego que vio una foto del usuario compatible en el Aeropuerto de Ezeiza indicando que había vuelto a pisar Argentina. Ahora sí, necesitaba un gol urgente.

 

El primero fue Aliendro, el segundo lo clavó Bernardi y sobre el cierre apareció Castro para el tercero. Fueron 30 minutos de felicidad, un poco de miedo, alivio, relajación, alegría y finalmente, una sensación de orgasmo. El Sabalero levantó la copa en lo más alto, y Julieta podía festejar y acceder al merecido premio de su promesa.

 

_ Hola, ¿cómo va

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