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La Caída del Último Imperio

Finalmente, el coronavirus, de la mano de su guerrera Delta, la variante más letal hasta el momento de su gran ejército de daño y asesinato propagado por casi la totalidad del planeta, se filtró en el último imperio que quedaba de pie en la lucha contra la pandemia que comenzó hace un año y medio.

Allá por marzo del 2020 se discutía si el Covid-19 podía ser comparado con una guerra, y la verdad es que en muchos puntos no, porque no se trata de un conflicto entre países, o por un interés político, social o económico de fondo, sino que estamos ante un enemigo invisible que golpea a todos -casi- por igual y que ataca de manera silenciosa a todo ser humano que se cruce por el camino.

 

Sin embargo, los gobiernos y sus ciudadanos están dando batalla contra una amenaza que avanza sin piedad y cuyo final es eliminar a su target, matando niños y niñas, hombres y mujeres y abuelos y abuelas sin importar ideología, religión o nivel económico. Es una lucha que parece no tener final porque el enemigo se reinventa y sigue yendo por más.

 

Si ubicáramos al Covid en la tabla de muertes por conflictos bélicos ya estaría en la mitad de la tabla, pero con una tendencia a meterse en zona de clasificación a las copas, peleando palo a palo con las guerras napoleónicas y la “guerra de los 30 años”.

 

La pandemia aún no había podido lograr ocupar dos territorios estratégicos para quedarse con la totalidad del planeta: Vietnam y Nueva Zelanda. Ambas naciones resistieron con éxito el avance de las tropas enemigas pero el país asiático tuvo un traspié en la frontera con China donde se logró infiltrar un agente secreto del batallón Delta y el daño fue letal.

 

Vietnam había mantenido los casos bajo control, con algunas apariciones que no lograron propagarse y que solo generaron un poco de miedo y encierro entre los habitantes del país. Sin embargo, esa infiltración logró atravesar lo largo y ancho del territorio y de un día para el otro los casos subieron de 207 el 23 de junio a 1.189 diez días después y a 16.954 a principios de agosto.

 

Nueva Zelanda contuvo la primera ola de ataques pandémicos a finales del verano del 2020 y mantuvo sus números de contagios por debajo de los 3.000 y las muertes en apenas 26. El cierre de fronteras fue la medida más acertada en la estrategia de contención y el respeto por las medidas para pelear contra el virus por parte de la población la mejor defensa.

 

En junio del 2021 el país oceánico esquivó un misil de manera cinematográfica cuando un ciudadano australiano fue testeado positivo al regresar al país luego de haber visitado Wellington, la capital de Nueva Zelanda, en el marco de la “burbuja” que permitía el movimiento entre ambos países de manera libre, sin PCR ni cuarentena.

 

Ese misil contenía la variante Delta que comenzó a propagarse a toda velocidad por Australia y que pese a los encierros aún no pudo ser contenido. Dicho país mantiene 500 casos por día y parte de su población desarrolló el Síndrome de Estocolmo, saliendo a las calles para reclamar por libertad y el fin de la mentira del coronavirus.

 

Más real imposible, Nueva Zelanda era el último imperio de pie hasta el 17 de agosto de 2021, día en que finalmente fue atravesado por la bala enemiga que está decidida a llegar hasta el último rincón del mundo sin apuro y aprovechando cuando su victima baja la guardia.

 

El primer caso de Coronavirus en el país luego de meses y otros 4 linkeados al mismo a la mañana siguiente. Confirmación de la variante Delta y encierro total en todo el territorio por al menos 72hs y una semana de Lockdown inicialmente para las regiones de Auckland y Coromandel, puntos de interés donde estuvo el “caso A”.

 

Este es el comienzo de una nueva batalla que puede tener un final en el corto plazo, con una nueva contención, o que puede finalmente propagarse como ocurrió en el resto del mundo y en aquellos lugares que habían vencido al Covid-19 inicialmente.

 

La variante Delta intentará no dar tregua y seguramente ya sean más de 200 los casos aunque faltan testeos para llegar al número real.

 

Nueva Zelanda, el último imperio que aún estaba de pie finalmente cayó ante el Coronavirus y su guerrera Delta.

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