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¿Sos un "Doomer" más?

Recientemente conocí el término “Doomer” y dimensioné que existen muchas personas bajo dicho concepto, quizás incluso yo mismo pueda incluirme en algún punto, y quizás son, o somos, los que están, o estamos, en lo cierto. Tal vez todo tenga que ver con cómo afrontamos la vida y hasta qué punto dejamos que todo aquello que ocurre en el mundo nos afecte. 


A veces quiero ser optimista y pensar que todo va a mejorar, pero como bien mencionó Wayne parafraseando a Lindsay Anderson en una reunión sobre debate filosófico en la cual participé la semana pasada en un pequeño bar de Ponsonby, Auckland, “ser optimista siempre es un error”. ¿Será que debemos prepararnos para lo peor y eliminar esa cuota de esperanza que muchos sugieren?
 

Hace unos días vi el último documental de David Attemborough en Netflix, “Una Vida en Nuestro Planeta”, y perdón si spoileo a alguien que aún no lo haya visto, pero luego de casi una hora y media de imágenes y datos sumamente negativos sobre nuestra tierra, arroja una cuota de esperanza sobre el final, en un breve resumen de cinco minutos. Parece una metáfora, como si pudiésemos solucionar una hora y media de desastres en cinco minutos… un poco complicado, ¿no?
 

Lo que está ocurriendo a nivel global no tiene precedentes y difícilmente tenga solución, muchos de los científicos que estudian a fondo el cambio climático y todos los efectos del calentamiento global y sus derivados, aseguran que ya es muy tarde, que no hay vuelta atrás. 
 

Siempre pensé que “no tirar un papel en la calle” era lo correcto, pero también siempre pensé que era realmente un sin sentido. Siento que nos convencieron de que nosotros somos los responsables del cambio y que hay que empezar por nuestro propio jardín, pero, ¿alcanza? ¿aquellos que tienen un jardín más grande, están haciendo su parte? ¿o será que pese a que vengo separando los residuos desde hace más de 10 años la quema del Amazonas es un poquito… superador? 
 

Muchas veces se define como “Doomer” a aquel que se refugia en soledad, acude a las drogas, incluso intenta suicidarse o hasta dañar a terceros. Pero en líneas generales, el concepto apunta a aquellos que no tienen esperanza en que el mundo pueda mejorar y alcanzar nuevamente un punto de equilibro, de sostenibilidad. 
 

Lamentablemente muchos relacionan esta mirada con la depresión, pero un verdadero “Doomer” diría que es ser meramente una persona realista. Seguramente podamos aventurarnos en un largo debate filosófico, o incluso adentrarnos en la vieja disputa entre ciencia y fe para comparar las miradas, pero los “Doomers” creen, o creemos, que hay datos suficientes para sostener que el Planeta Tierra realmente está en riesgo, y la extinción de la especie humana (o de la gran mayoría no pudiente) pueda concretarse. ¿Seremos los últimos seres (pobres) vivos en el mundo? 
 

En la vereda de enfrente se encuentra el “Boomer”, que, si bien en las clasificaciones se mencionan los componentes generacionales, básicamente el término postula que son aquellos que viven de manera positiva “siempre para adelante”, con la esperanza de que todo va a estar mejor y que si todos contribuimos saldremos ilesos del presente e ingresaremos a un futuro favorable. El Doomer diría que es un iluso y que vive alejado de la realidad.
 

¿Ignoramos los datos que nos arroja la ciencia? ¿Conocemos lo que está ocurriendo y luchamos para cambiarlo? ¿Estamos a tiempo? ¿Creemos en lo que queremos creer por más que en el fondo sepamos que podemos estar, o que estamos, equivocados? ¿Miramos para otro lado?
 

Quizás lo que ocurre es que estamos confundidos, que creemos que estamos contribuyendo con lo que está sucediendo en el mundo, pero en el fondo no alcanza y todo ese esfuerzo nos aleja de lo que realmente deberíamos estar haciendo. Tal vez no estemos preparados para luchar por ese cambio, quizás el modelo social y económico que estructura nuestras sociedades nos llevó a ser humanos individualistas que no podemos unirnos detrás de una causa vital y urgente para sumar las fuerzas necesarias que requiere esta batalla. 
 

Ayer tuve la suerte de conversar por Skype con Rick Anex, un ambientalista de unos 70 años que renunció a su nacionalidad estadounidense y que actualmente vive en un bote en Nueva Caledonia. Llegué a él luego de escuchar un podcasts en el PoliticalCompass.org.
 

En aquella grabación se expresaba sobre este tema y captó toda mi atención: coincidía 100% con todo lo que decía Rick, por más que me doliese. En la charla que tuve con él charlamos sobre Argentina y no dudó en anunciarlo: “tu país es de los mejores lugares para vivir en el futuro, cuando medio planeta se haya vuelto inhabitable por las temperaturas, por las sequías, por las inundaciones o por otras causas”. 
 

“Como ocurrió con el Covid, los países comenzarán a cerrarse cada vez más por amenazas externas. A su vez, los movimientos migratorios van a ir en ascenso. Esto ya está ocurriendo, pero se incrementará, cuando los países se sientan cada vez más amenazados por el cambio climático”. Claramente, la experiencia de la pandemia nos enseña que cada país buscará salvar su pellejo, más allá de alguna que otra ayuda, es un sálvese quien pueda. 
 

¿Se imaginan el continuo incremento del mar y sus tifones, tsunamis, huracanes y tormentas tropicales en el sudeste asiático? ¿Se imaginan una migración de 100 millones de personas de Filipinas, 270 de Indonesia, 30 de Malasia y otras 95 de Vietnam? Solo para mencionar un ejemplo muy probable en el mediano plazo, ¿A dónde irían esos 500 millones de personas? 
 

Arthur Schopenhauer era un filósofo alemán con un pesimismo profundo y que expuso grandes teorías sobre el comportamiento humano en relación a la vida, la muerte y lo que hacemos entre una cosa y la otra. Entre sus frases célebres del Siglo XIX, me gustaría destacar la siguiente: “el hombre ha hecho de la tierra un infierno para los animales”. Claro está, somos la especie dominante, pero fuimos muy lejos.
 

Según un informe publicado por la ONU el año pasado, el 25% de las especies de animales y vegetales del mundo se encuentran en riesgo de extinción. De modo que la biodiversidad se encuentra sumamente comprometida por los impactos en las cadenas de alimentación, como aquel refrán que postula: “el aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo”. El tiempo solamente empeorará esta situación, son millones las especies amenazadas y junto a su ello toda su cadena.
 

El camino que continúa llevando adelante el ser humano parece irreversible. Consume más de lo que la tierra logra producir, pesca más de lo que los peces logran reproducirse, contamina ampliamente más de lo que debería, derrocha toneladas de agua como si fuese un recurso inagotable y continúa multiplicando sus acciones que lo único que hacen es poner en jaque nuestro Planeta Tierra. ¿Qué opinas, estamos a tiempo? ¿O sos un “Doomer” más? 

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